lunes, 20 de junio de 2011

¡Qué casualidad!


Nada es casualidad, o eso se suele decir cuando nos pasa algo que nos gusta y creemos que es parte de nuestro destino. Cuando parece algo mágico, una señal para seguir por ese camino. Un buen colega de Freud, elaboró una teoría sobre estos acontecimientos en los que parece que la magia ha metido mano. Se llama la teoría de la Sincronicidad y describe la unión de los acontecimientos externos e internos de una persona.
¿A quién no le ha pasado alguna vez que ha pensado en una persona que hacía tiempo que no veía y por arte de magia la ve? O ¿ha decidido llamar a esa persona y cuando vas a marcar te está llamando?
Todas las personas estamos conectadas por tierra, esa conexión que nos une tiene mucho que ver con estos acontecimientos a los que llamamos casualidad. Nuestro yo consciente es el que nos guía pero el yo inconsciente es el que hace que hagamos cosas que no nos atreveríamos a hacer por muchos motivos. ¿Cómo voy a pensar en esa persona que igual ni se acuerda de mi? Y aparece.
Realmente es uno mismo el que se busca su camino. Aunque no lo sepamos somos nosotros los que decidimos prácticamente todo lo que nos pasa. Que tome parte nuestro yo inconsciente, hace de estos acontecimientos una ilusión y una aventura. Carl Yung estaba seguro de que nosotros mismos nos llamamos, nos conectamos, nos encontramos, el uno con el otro.
El destino existe pero lo creamos nosotros, queramos o no, somos nosotros los que lo construimos. Hay que crear un camino para seguir hacía delante y estad seguros de que lo construimos nosotros y nadie más. Conscientemente o inconscientemente.
Yo creo que Jung tenía mucha razón cuando decía que la casualidad es la unión de los pensamientos exteriores e interiores. Pensar que las cosas no pasan por que sí, tienen un fin y ese fin lo hemos creado nosotros. ¿Magia? Puede ser, pero recordar que todos tenemos un poco de magia dentro y eso hace que la vida sea una aventura de encuentros y “casualidades”.
¿Nos sincronizamos?