miércoles, 19 de agosto de 2015

Sentimientos encerrados

Apenas me acuerdo de la última vez que el Athletic ganó un título. Corría el año 84 y yo levantaba 60cm del suelo con suerte. La ilusión y alegría que venían de la mano de la gabarra las recuerdo levemente cuando veo aquellas fotos. Caras de felicidad, calles vestidas de rojiblanco, saltos, emoción…todo atrapado en esas fotos durante 31 años.

Desde que soy consciente, por que del Athletic eres desde que naces, me ha gustado el fútbol. Recuerdo esos domingos en los que aita y aitite llevaban a mi hermano a San Mamés, mientras nosotras esperábamos viendo el partido. Me acuerdo de la foto de mi hermano con Julen Guerrero y del día en el que cuando volví de la Ikastola estaba el mejor jugador del Athletic, o así consideraba yo a Julen Guerrero, celebrando su cumpleaños en el restaurante de mi madre y me firmo la carpeta, ¡una hoja entera!. 

Muchos son los recuerdos bonitos pero ninguno como los de las fotos que me ensañaban mis padres. 

A veces me preguntaba si ya nunca viviríamos una celebración como las de antes, te conformas con disfrutar de los partidos, sufrirlos, porque muchos los sufrimos, y celebrar cuando los jugadores lo dan todo y el resultado les acompaña.

Hace 7 años tuve la suerte de poder trabajar escribiendo sobre el Athletic y pasarme muchas mañanas conociendo el funcionamiento de Lezama. Ver toda esa gente que día tras día va a disfrutar de los entrenamientos, a sacarse fotos con sus ídolos y que cada fin de semana se deja la voz animando a su equipo. Fue una experiencia increíble. Entre todas las personas que conocí en mi paso por Lezama y el mundo del fútbol estaba Joaquín Caparrós, o Jokin, como le llamábamos todos por allí. Para mi fue la persona que abrió la puerta a la ilusión de verdad. Una final de copa, ¿quién me lo iba a decir? Bizkaia entera y parte del extranjero se volcó en esta final, vi risas e ilusión día tras día hasta que llegó la final en Valencia. 

He intentado muchas veces explicar las sensaciones que brotaban de cada uno de los miles de aficionados que nos acercamos a Mestalla, pero no he sido capaz. Palabras como alegría, ilusión, emoción, amigos, rojo, blanco, pasión, Athletic… se agolpan en mi cabeza pero no consigo darle forma y después de intentarlo muchas veces me he dado cuenta de que es imposible por que eso es, el sentimiento rojiblanco, cientos de sensaciones agolpadas en el corazón, algo que sólo el Athletic puede generar y que desde luego no se puede explicar.

Aquel año no pudo ser pero esa final sirvió para reavivar muchos fuegos que estaban aletargados. Tres finales más le han seguido a la de Valencia y aunque seguimos demostrando que somos la mejor afición del mundo, nos movíamos con miedo. Con miedo de volver a desilusionarnos, de perder la fé y aunque sabemos perfectamente que para jugar una final hay que llegar hasta ella y que no es un camino fácil, todos soñábamos con celebrar la victoria pero asumiendo que iba a ser muy difícil.
Y ya ves, en un momento de despiste en pleno Agosto, en un partido divertido pero del que no esperas tanto, sale un Athletic que da vértigo y se coloca favorito para ganar el partido de vuelta y su correspondiente título, la SuperCopa. Y de repente Bilbao despierta, los aficionados que están de vacaciones vuelven a Bilbao y los que estamos aquí no nos lo podemos creer, no sabemos donde mirar, si abrazarnos o chocar los cinco, si llorar o andarnos con cautela por si volvemos a desilusionarnos.

Hoy el Athletic es campeón de la SuperCopa, nada más y nada menos que contra el campeón de Liga, Copa y Champions…ese es nuestro  Athletic, el que lucha y pelea y 31 años después libera las emociones encerradas en unas fotos que ahora tienen compañía. Y yo, soy feliz. Aupa Athletic!

miércoles, 6 de junio de 2012

Lo que llevamos en el bolso

¿Os habéis planteado alguna vez cuántas personas pasan por la vida de uno? Imagino que nunca os ha dado por coger un folio y apuntar los nombres de todas aquellas personas que habéis conocido, todas esas personas que alguna vez se han cruzado en vuestra vida. Aunque planteado así, sí hubo alguien que hizo algo parecido, su nombre, Mark Zuckerberg, creador de Facebook. Pero dejando las redes sociales a un lado, durante nuestra vida vamos conociendo personas que consciente o inconscientemente vamos clasificando. Personas que vamos guardando en nuestro bolso. Compañeros de colegio, compañeros de Instituto, los amigos que nos hicimos en la Facultad y las clases de macramé. Esos compañeros de trabajo que aún sigues visitando de vez en cuando.

Aquellos amigos que de alguna manera formaron parte de una época de tu vida y que hoy en día te cuesta recordar en qué momento perdiste el contacto con ellos cuando antes erais inseparables.

Una vez conocí a una persona que me dijo que había que aprender de todo lo que te pasara y de todas las personas con las que te relacionaras. Y yo le planteé que si alguna de esas personas me caía mal no tenía nada que aprender de ellas. ¿Qué iba a sacar yo de alguien al que no podía ni ver? Y él me dijo; - Sencillo, simplemente tienes que aprender eso. Que no te gusta. Ahora ya sabes cómo no tienes que ser si quieres gustarte a ti mismo-. Realmente tengo que reconocer que en ese momento, no sé si fue la inocencia de los 15 o que me pareció un tipo extraño al que no tenía que hacer mucho caso, no le di mayor importancia a lo que me dijo. Pero no me preguntéis por qué, nunca se me olvidará y ahora me gustaría decirle que sé a lo que se refería. Es fácil, de las buenas, lo bueno y de las malas, lo mejor.

Me considero una persona con muchas amistades y conocidos pero no por ello soy mejor, simplemente me gusta estar rodeada de gente y chupar cual insecto todo lo que me puedan aportar. Me encanta observar a la gente, que no cotillear, que son dos conceptos que la gente confunde habitualmente y que para nada tienen que ver. Me gusta ver lo que hacen y por qué lo hacen. De eso y por eso, he ido poco a poco convirtiendome en esa persona que siempre he querido ser. Digamos que soy como una Dra. Frankenstein. Creada por las partes que más me han gustado. Siempre se aprende algo y siempre hay alguien a quien conocer y alguien a quien admirar o aborrecer. Aprender de las personas, rebuscar un poquito en vuestros bolsos. Hacer memoria de todas las personas con la que habéis interactuado. Yo tengo mi bolso lleno pero todavía cabe mucho más. Y si eres mujer, esto último seguro que lo entenderás a la perfección. Vivid!

lunes, 20 de junio de 2011

¡Qué casualidad!


Nada es casualidad, o eso se suele decir cuando nos pasa algo que nos gusta y creemos que es parte de nuestro destino. Cuando parece algo mágico, una señal para seguir por ese camino. Un buen colega de Freud, elaboró una teoría sobre estos acontecimientos en los que parece que la magia ha metido mano. Se llama la teoría de la Sincronicidad y describe la unión de los acontecimientos externos e internos de una persona.
¿A quién no le ha pasado alguna vez que ha pensado en una persona que hacía tiempo que no veía y por arte de magia la ve? O ¿ha decidido llamar a esa persona y cuando vas a marcar te está llamando?
Todas las personas estamos conectadas por tierra, esa conexión que nos une tiene mucho que ver con estos acontecimientos a los que llamamos casualidad. Nuestro yo consciente es el que nos guía pero el yo inconsciente es el que hace que hagamos cosas que no nos atreveríamos a hacer por muchos motivos. ¿Cómo voy a pensar en esa persona que igual ni se acuerda de mi? Y aparece.
Realmente es uno mismo el que se busca su camino. Aunque no lo sepamos somos nosotros los que decidimos prácticamente todo lo que nos pasa. Que tome parte nuestro yo inconsciente, hace de estos acontecimientos una ilusión y una aventura. Carl Yung estaba seguro de que nosotros mismos nos llamamos, nos conectamos, nos encontramos, el uno con el otro.
El destino existe pero lo creamos nosotros, queramos o no, somos nosotros los que lo construimos. Hay que crear un camino para seguir hacía delante y estad seguros de que lo construimos nosotros y nadie más. Conscientemente o inconscientemente.
Yo creo que Jung tenía mucha razón cuando decía que la casualidad es la unión de los pensamientos exteriores e interiores. Pensar que las cosas no pasan por que sí, tienen un fin y ese fin lo hemos creado nosotros. ¿Magia? Puede ser, pero recordar que todos tenemos un poco de magia dentro y eso hace que la vida sea una aventura de encuentros y “casualidades”.
¿Nos sincronizamos?

martes, 1 de marzo de 2011

No me gusta cómo me miras…

Últimamente me estoy dando cuenta de que la gente no es tal y como yo pensaba, sino que tienen una máscara que les cubre para que, en un principio, nadie llegue hasta su interior. Digo “en un principio” porque supongo que algún valiente y afortunado conseguirá llegar alguna vez hasta el centro de todo.

Ya sé que la mayoría de vosotros esto lo teníais más que sabido, yo me negaba a creerlo pero con el tiempo te das cuenta que por mucho que intentes negarlo, lo evidente siempre te pega un sopapo en la cara.

Dejando esta reflexión absurda de lado, quiero hablar sobre algo relacionado con el tema. Dicen que los ojos, o la mirada en su defecto, son el espejo del alma, no sé a quién se le ocurrió esta gran frase pero tenía más razón que un santo.

El otro día entre a un sitio nuevo, algo que es muy habitual en mí ya que me gusta conocer gente y descubrir cosas nuevas y para ello tienes que salir de tu círculo o hacer como yo, ir haciendo poco a poco ese círculo mucho más grande. Resulta que entras en territorio desconocido con la intención de aprender, conocer y luego elegir si te gusta o no lo que has visto y lo primero que te encuentras es a unas personas que te miran con una cara que mejor si me insultaran. Y yo me pregunto, ¿por qué me miras con esa cara si no me conoces de nada y no sabes cómo soy? ¿Qué te he hecho para que me mires así? No hace falta que hables, con esa cara me lo estás diciendo todo. Estoy segura de que si miras con esa cara a un gato se muere.

Entonces es cuando yo no puedo reaccionar ante esa situación, qué le digo, ¿hola? A esa cara no se le puede decir “hola”, yo por lo menos. Soy una extraña para ti, en eso estamos de acuerdo, pero yo he venido con la intención de abrirme y luego decidir, tú con esa cara no me das la opción ni de saludarte…

Os recuerdo que no hay una segunda oportunidad para crear una primera impresión…cambiad esa cara…si queréis aprender de los demás.

jueves, 17 de febrero de 2011

Razón o Corazón


“Sigue a tu corazón”, frase muy recurrente en libros y películas. ¿Pero por qué cuando lo haces te da la sensación de que haces mal?
Yo, como muchas personas somos impulsivas y hacemos las cosas sin pararnos a pensar en las consecuencias. Es el lugar, el momento, la necesidad de hacerlo y sentirse bien, es lo que el corazón me está pidiendo y cada vez que revivo momentos así me pasa por la mente la frase dichosa y digo; “si el corazón me lo pide…será por algo”. Pero después empiezas a pensar, “si me lo hubiera pensando un poco, si hubiera sopesado los pros y los contras, si me hubiera quedado en mi casa…¡aiii! siempre igual, no aprendo”.
Pues tengo razón en todo, nunca aprendo y siempre estoy igual, pero, ¿sabéis por qué? Porque yo soy así y eso no se puede cambiar. Y cada vez que me enfrente a una situación similar en la que tengo que elegir entre mi corazón y mi razón elegiré sin pensármelo dos veces el corazón. Porque me he dado cuenta de que aunque después le dé vueltas y más vueltas al asunto lo que el corazón me ha hecho elegir me ha hecho feliz, 5 minutos o un año, es igual, pero me ha hecho feliz y es algo que suelo agradecer bastante. La verdad es que…prefiero arrepentirme de algo que he hecho que no de algo que he dejado de hacer, sin lugar a dudas.
¿Vosotros?

lunes, 31 de enero de 2011

Desilusión


La desilusión es uno de los sentimientos que más odio. Lo más curioso de todo es que viene siempre después de una ilusión y nadie nos obliga. Me explico. Si no nos ilusionáramos no nos desilusionaríamos, pero es imposible.
Que sería una vida sin ilusiones, seguramente una vida sin desilusiones pero sin esperanza ni emoción. Ni alegría ni pasión. Nos pasaríamos días y días sin tener ganas de nada. Los objetivos son ilusiones que se cumplen o no. Imaginaros una vida sin objetivos.
Pero la verdad es que a veces nos hacemos ilusiones por cosas que sabemos que acabarán mal, y aún así, seguimos adelante. A veces no entiendo por qué somos así. Sabiendo que nos va a doler, que nos pasaremos mucho tiempo arrepintiéndonos de ello, seguimos adelante. ¿Somos masoquistas? ¿Nos gusta sufrir?
Alguien dijo una vez que el ser humano está diseñado para sufrir. El hombre no sabría vivir sin sufrimiento, y creo que algo de razón tiene. Muchas veces, nosotros mismos hacemos que situaciones normales se conviertan en situaciones tormentosas y todo producto de nuestra imaginación. Somos capaces de ver el lado malo de absolutamente todo, y acabamos incluso convenciéndonos de ello. No tiene ningún sentido, pero resulta que es así.
Pero todos hemos sufrido desilusiones, unas pequeñas y llevaderas y otras grandes y dolorosas. Somos así, nos gusta fluctuar, arriba, abajo, arriba, abajo. ¿Hay algo para el dolor de la desilusión? Seguramente lo más rápido sea no ilusionarse, pero, quien quiere vivir sin ilusión…

domingo, 30 de enero de 2011

Estreno

Llevo mucho tiempo pensando en escribir un libro. Me pasan tantas cosas que me gustaría escribirlas todas y algún día poder recordarlas, todas o casi todas. No tengo cosas nuevas que contar y no voy descubrir la fórmula de la eterna juventud, pero quiero tener un sitio donde escribir lo que quiera y si a alguien le interesa que lo pueda leer. Todavía no sé qué es lo que voy a escribir, si me lo inventaré o escribiré historias basadas en hechos reales, pero creo que de momento abrir este blog me va a ayudar a que no se pierdan por el camino todas esas cosas que se me pasan por la cabeza, que no son pocas, os lo aseguro.

Hoy empieza un nuevo día y un nuevo blog y yo...si lo sé no vengo...